C/ Alcalá, 42 MADRID
Sala Minerva
Del 16 de Noviembre de 2017 al 28 de Enero de 2018
Nathalie Daoust es una fotógrafa
canadiense acostumbrada a trabajar en temas relacionados con la mujer y la
sexualidad femenina. Desde el principio de su carrera como fotógrafa a finales
de los años 90, ha publicado proyectos que incluyen el fetichismo, la
prostitución o el imaginativo mundo de los love
hotels, en Tokio, en done la mirada de la fotógrafa
nos presta su visión voyerista de existencias ocultas. Y lo ha hecho creando una
obra que es a la vez dispersa y profunda, constituyendo nuevos mitos sobre la
sociedad actual y mostrando al mismo tiempo historias reales de los más
desfavorecidos
Estando trabajando en China fotografiando a prostitutas norcoreanas que viven en unas condiciones
lamentables, se planteó qué tipo de vida era la que llevaban estas mujeres en
su país de origen para llegar a abandonarlo todo, incluida la familia a cambio
de una situación y unas condiciones tan pésimas como las que allí llevaban. Máxime
cuando de ser descubiertas serían devueltas a su país donde serían encerradas
en un campo de concentración o incluso ejecutadas.
Fue pues la curiosidad por
descubrir el modo de vida de aquel país lo que la llevo a Corea del Norte. Lo
cual no resultó una tarea fácil. Por supuesto tuvo que entrar en el país como
turista con un grupo organizado y tuvo que hacerlo desde China pues en el
momento en que ella realizó sus dos viajes únicamente este país y Malasia
tenían autorización para hacer llegar viajeros hasta allí. Previamente tuvo que
pedir a todas las páginas webs en las que se hablaba de ella y de su trabajo,
que eliminaran todas las entradas de forma que si alguien buscaba algo en la
red no se encontrasen referencias que la relacionaran con su profesión.
Una vez llegada a su destino en todo momento se encontró acompañada por lo que Nathalie llama “babysitters”, por lo que realizar fotografías fue un trabajo arduo para el que tuvo que improvisar un cable disparador oculto que la permitiera tomar fotos con la cámara a la altura de la cintura, ya que sólo se pueden hacer en las ocasiones y lugares en que las autoridades lo permitan, al objeto de dar una idea de país perfecto en donde el orden, la simetría y la pulcritud deben de ser ejemplo para otras naciones. Es tal la obsesión que tienen por su superioridad que durante una visita a un hospital, les dijeron que desde los años 50 no nacían niños discapacitados en Corea del Norte debido a la fortaleza de sus genes. Sin embargo un médico norcoreano que desertó, Ri Kwang-chol, ha afirmado que los niños que nacen con defectos físicos son rápidamente sacrificados y enterrados.
Sin embargo a pesar de todos los
inconvenientes, Nathalie Daoust consiguió traerse unos cuantos rollos de película,
que tratados de una trabajosa forma durante el revelado, que incluye ir
rascando cuidadosamente el papel hasta dejar una fina capa que contiene la
emulsión, consigue que las imágenes queden mitigadas hasta que los hechos
terminan perdiéndose en el proceso, dejando finalmente una sensación de
desapego de la realidad similar al que experimentó la fotógrafa en las calles
de Pionyang donde no se sabe bien donde termina la verdad y donde empieza la
farsa.
La exposición que presenta el
Círculo de Bellas Artes muestra en la Sala Minerva una selección de 25 fotografías
en las que quedan reflejadas tanto la organización estatal como la vida
cotidiana de la población. Con cada imagen Nathalie Daoust pone el enfoque en
diferentes aspectos de la sociedad norcoreana e inevitablemente lleva al
espectador a imaginarse cómo sería una vida en esas condiciones.
Es imprescindible al visitar la
exposición leer los carteles que acompañan a las imágenes, escritos por la
propia autora y en los que se describen hechos que muestran la fuerte represión
a la que son sometidos los ciudadanos como por ejemplo los relativos a los
castigos: La legislación norcoreana estipula “tres generaciones de castigos”.
Si una persona comete un delito, sus hijos y nietos han de cumplir también la
integridad de la pena, que a menudo implica la cadena perpetua. Los niños
nacidos en la cárcel son criados como presos porque su “sangre es culpable”.
Promulgada en 1950, la ley pretendía eliminar el linaje de sangre de los
norcoreanos contrarrevolucionarios después de la guerra.
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