Antonio Machado en el café de las Salesas
Por el objetivo de Alfonso
desfilaron políticos, reyes, deportistas y los más ilustres personajes de la
España de la primera mitad del siglo XX, pero también se lanzó a las calles
para retratar a aquellas personas anónimas que protagonizaron una sociedad
cambiante.
Alfonso Sánchez García, conocido
simplemente como Alfonso, es conocido como uno de los principales fotógrafos
del siglo pasado al generar imágenes que hoy en día forman parte de la memoria
visual española. Su producción se configura por sí misma como un museo de la
historia de nuestro país, que sitúa su eje principal en Madrid.
La Fábrica acogerá hasta febrero
de 2020 una exposición con 23 fotografía de este autor en las que los retratos
de personajes relevantes de la política y cultura de la época se entremezclan
con escenas costumbristas de protagonistas anónimos y con el testimonio en
imágenes de algunos de los momentos decisivos de la historia española en el
siglo XX.
Clase de disección de Ramón y Cajal, 1915
Fotógrafo inquieto, Alfonso
parece estar presente en cada momento importante para la historia española,
captando con su cámara la esencia de cada momento. Sus fotografías se convierten
en metáforas visuales que muestran más, que cualquier noticia. Se trata de
testimonios visuales de la historia de España, como la proclamación de la
República el 14 de abril de 1931, el alzamiento de los militares en 1936 o la
masacre del Desastre de Annual.
Cronista y reportero, la
fotografía de Alfonso destaca por su versatilidad que incluye su faceta como
retratista. El pintor Sorolla en su casa de Madrid, Antonio Machado en el café
de las Salesas, Ramón y Cajal en una clase de anatomía, el pintor Julio Romero
de Torres en su estudio o la fotografía del dramaturgo Ramón de Valle-Inclán
paseando, son algunas de las fotografías captadas por el autor y que se reúnen
en esta exposición.
Fiesta popular 1932
Alfonso puso su objetivo también
al servicio de la cotidianeidad y el costumbrismo españoles, aportando nuevos
contenidos al fotoperiodismo. Así convirtió en protagonistas de sus imágenes a
personajes anónimos en reuniones y fiestas populares que atestiguaban la vida
diaria de la época.
Esta muestra se convierte en un
paseo por la historia de España del siglo pasado gracias a imágenes
imperecederas que resuenan en nuestro imaginario colectivo.
Procalamación de la República, 14 de Abril 1931
SOBRE ALFONSO
Nacido en una familia humilde en
1880 en Ciudad Real, Alfonso Sánchez García comenzó a formarse en fotografía en
el taller del fotógrafo Amador con apenas quince años. Fue pupilo también de
Manuel Compañy, quien le contrató como fotógrafo para su galería, comenzando su
carrera como reportero. En 1904 fue contratado como responsable de la dirección
fotográfica del diario El Gráfico. La escasa vida de este periódico animó al
fotógrafo a lanzarse a la fotografía artística, que le abriría un hueco entre
los medios de la época. El Imparcial y el Heraldo de Madrid fueron algunos de
los diarios para los que trabajó como fotógrafo de prensa hasta que en 1909 fue
destinado como corresponsal de guerra a África.
Su cámara inmortalizó los sucesos
más variados de las primeras décadas del siglo XX, colaboró con diferentes
medios como el periódico Trust, La Voz o el ABC pero nunca abandonó su trabajo
como retratista de estudio.
Vendedora de pavos en la Plazuela de Santa Cruz, 1925
Alfonso fue impulsor de un nuevo
género en España y modernizó el lenguaje fotográfico con sus imágenes a pie de
calle, en un momento en el que las dificultades técnicas limitaban las
posibilidades del medio. Sus fotografías, cargadas de credibilidad, trasladan
al espectador a cada momento, ya sea histórico o cotidiano. Como señala Chema
Conesa, comisario de la muestra: “los retratados parecen posar a sabiendas de
que son los protagonistas de sus fotografías, o más concretamente, de noticias
gráficas.”
Tras la derrota de la República,
comenzaría su declive. En 1939 se le apartó de su trabajo de reportero gráfico
y desde entonces solo realizaría ciertos trabajos como retratista. En 1952 las
autoridades franquistas le rehabilitaron profesionalmente, pero Alfonso no
volvería a trabajar en prensa ya que moriría en Madrid el 13 de febrero de
1953.
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