MUSEO NACIONAL CENTRO
DE ARTE REINA SOFÍA
Del 25 de septiembre de 2018 al 7 de enero de 2019
“Mi objetivo no es tanto hacer
fotografías, sino hacer mapas y cartografías que a su vez se conviertan en
fotografías.” Así describía Luigi Ghirri su visión del mundo que le
rodeaba y que plasmaba en sus imágenes.
El Museo Reina Sofía presenta la
exposición El mapa y el territorio dedicada a Luigi Ghirri (Scandiano,
1943-1992), uno de los fotógrafos italianos más reconocidos. La muestra exhibe
alrededor de 250 imágenes realizadas en los años 70, un periodo fundamental en
la investigación fotográfica del artista. Organizada por el Museo Reina Sofía
en colaboración con el Museum Folkwang de Essen y la galería Jeu de Paume de
París, El mapa y el territorio supone la primera exposición que recoge un
número significativo de obras de Ghirri organizada fuera de Italia, y cuenta
con la colaboración del Instituto Italiano di Cultura di Madrid, y el apoyo de
la Universitá degli Studi di Parma.
Ghirri decidió dedicarse
plenamente a la fotografía en 1970, a la edad de 27 años. Antes trabajó como
aparejador y topógrafo en la ciudad italiana de Módena y sus alrededores. Y fue
sobre todo en esa zona donde desarrolló también su trabajo fotográfico. No le
interesaban las grandes ciudades como Roma o Milán, llenas de turistas e
influenciadas por una cultura ancestral. Su experiencia previa de trabajar sobre el
terreno, de medir el espacio, y de delimitar el territorio, tuvo un efecto
duradero sobre su aproximación a la fotografía. Casi siempre retrató su objeto
de interés de frente, evitando el drama, el movimiento y la emoción. No buscaba
el momento de la acción, si no que ejercía un cierto distanciamiento de la
escena. Durante esa década tomó miles de
fotografías, con las que cartografió los contornos cambiantes de la vida
moderna en una Italia que vacilaba entre lo viejo y lo nuevo, y dio forma a una
singular reflexión sobre el lenguaje fotográfico y su papel en la construcción
de las identidades modernas.
Según sus propias palabras, la fotografía
es una gran aventura por el mundo del pensamiento y la mirada (…) un viaje
inacabable por lo grande y lo pequeño, por las variaciones, a través del reino
de las ilusiones y las apariencias, un lugar de multitudes, laberíntico y
especular. Ghirri trabajaba la mayor parte del tiempo en espacios exteriores,
paseando por las calles de Módena, viajando en coche por los las zonas rurales
cercanas, y visitando lugares de ocio como parques de atracciones y playas.
En un momento en el que la
fotografía en color suscitaba recelos en los círculos artísticos predominantes
por su proximidad a la fotografía popular y comercial, y la práctica fotográfica
“seria” se hallaba dominada por el blanco y negro, Ghirri trabajó solo en
color. Hago fotos en color, porque el mundo real es en color y porque el cine
en color ya ha sido inventado, escribió. De igual modo, Ghirri que se inició en
la fotografía como amateur, y fue siempre autodidacta, revelaba siempre sus
películas en laboratorios comerciales, lo cual no estaba bien visto por dichos
círculos que consideraban que el trabajo de un fotógrafo no acababa hasta que
la imagen se reflejaba sobre el papel. Él creó un corpus de imágenes en color sin
paralelo en la Europa de la época, en palabras del comisario James Lingwood, y
en el que ya se pueden captar las señales peculiares de un estilo conceptual, alejado
del reportaje y de las miradas apocalípticas imperantes en el momento, destinado a ser reconocible y apreciado.
Ghirri organizaba sus fotografías
en grupos concretos a los que consideraba “obras abiertas”. Algunos concluyen
en un año determinado y poseen una temática bien definida; otros son más
difusos y abiertos, combinando fotos tomadas a lo largo de varios años y en
distintos lugares, básicamente en Italia y, ocasionalmente, en Francia y en
Suiza. Le fascinaban las representaciones del mundo en forma de reproducciones,
fotografías, carteles, maquetas y mapas, y la manera en que estas
representaciones estaban introducidas en el mundo, los signos dentro de la
ciudad o el paisaje. Al final toda su
obra se convirtió en una única obra abierta.
La exposición “El mapa y el
territorio” se articula en torno a catorce conjuntos fotográficos, con proyectos
tan significativos como Atlante
(1973), con fotografías de páginas de un atlas; grupos más amplios como Diaframma 11, 1/125, luce naturale (1970-79), con imágenes en las que observan la
forma en que las personas fotografían y son fotografiadas; o el paisaje de los
signos en la Italia provincial en Italia
Ailati y Vedute (1970-79).
Son muy pocas las fotografías
tomadas por Ghirri en el interior de viviendas. Su territorio estaba fuera, en
los espacios públicos de pueblos y ciudades. Una excepción la constituye su
amplia serie fotográfica de primeros planos de la biblioteca de su casa de
Módena llamada Identikit, y que sirve de epílogo de la exposición. Ghirri se
convirtió en un lector voraz de filosofía, literatura e historia del arte y
aficionado a la música clásica y contemporánea. Identikit es un
autorretrato del artista mostrado a través de algunos de los libros, discos y
objetos que conformaron sus ideas.
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