FOTOGALERÍA
RAILOWSKY
C/
Grabador Esteve, 34 VALENCIA
Del
17 de Febrero al 29 de Abril de 2017
© M.A.García de la Vega
El proyecto fotográfico
“Memorandum natura” de María Antonia García de la Vega salta del libro a las
paredes de la fotogalería Railowsky para participar en la nueva edición de
“Fotográfica” organizada por el MuVIM de Valencia. La exposición, compuesta por
20 imágenes que vindican la contemplación y el silencio, se inaugura el viernes
17 de febrero y estará expuesta hasta el 29 de abril.
Las fotografías se
caracterizan por los delicados matices del blanco y negro de las copias
(reveladas por la propia autora) y por la sensibilidad de unas imágenes que son
el resultado de seis años de viajes y paseos de Mª Antonia Gª de la Vega por
bosques de la península ibérica y de Canarias, desde el paisaje nebuloso del
castañar de El Tiemblo en Ávila al antiquísimo bosque de Laurisilva del
terciario en La Gomera o el bosque junto al castillo de Sintra, en Portugal.
© M.A.García de la Vega
Junto a ellos las imágenes
capturan la serenidad de los bosques de San Estevo en la Ribera Sacra de Lugo,
las Fragas del Eume (A Coruña), la Selva de Irati (Navarra), el pinar de
Valsaín (Segovia) o del bosque de Urbasa y el nacedero del Urederra, ambas en
Navarra.
Rodeada del silencio
primitivo del bosque, la autora ha buscado capturar la magia de la luz, con las
brumas del amanecer o las intrincadas texturas de los árboles para transmitir
esa tranquilidad que tanto nos falta en estos tiempos. Las imágenes se
relacionan con ese lado oculto, ancestral que nos une a la naturaleza, en este
caso representada por el bosque; ese lugar tenebroso, a veces incluso
fantasmagórico y a la vez placentero, que tiene una profunda carga simbólica en
nuestra cultura.
Paseos
naturales… (Virginia de la Cruz Lichet)
© M.A.García de la Vega
Desde los inicios de la
fotografía, la Naturaleza fue fruto de inspiración, al igual que lo fue para
los pintores. Si los artistas románticos buscaron su aspecto más sublime,
imponente e infinito, otros hallaron en ella un lugar lleno de serenidad, como
un encuentro con la madre-tierra, una suerte de emplazamiento amniótico que nos
resguarda del exterior. Este panteísmo natural lo encontramos en las
fotografías de Mª Antonia Gª de la Vega: imágenes sencillas, delicadas y suaves
que nos dejan entrever la naturaleza en su intimidad: sus curvas, sus gestos,
sus movimientos”.
Mª Antonia Gª de la Vega nos
introduce ya en él, en esos bosques neblinosos cuya profundidad se construye al
más puro estilo friedrichiano, yuxtaponiendo planos de luces y sombras y
creando pequeñas zonas inciertas pero atrayentes. De esta manera nos conduce
por sus caminos hasta el epicentro natural, donde todo nace, donde podemos
encontrar el origen mismo de la vida.
© M.A.García de la Vega
Si bien encontramos esas sonoridades abstractas, propias de las composiciones o improvisaciones de Kandinsky o de Schönberg, hay algo en las fotografías de Mª Antonia Gª de la Vega que nos hablan de ella misma, de su experiencia de la Naturaleza, de sus paseos privados. En ese deambular, casi hipnótico, nos hace detenernos, a través de su mirada, en el punctum de su naturaleza. Al igual que Richard Long, esta Naturaleza es capaz de hacernos llegar un estado meditativo, introspectivo, hasta el punto de alcanzar un éxtasis estético que nos sitúa entre el cielo y la tierra.
© M.A.García de la Vega
Es esta sensación la que
invade al observar los paisajes de Mª Antonia Gª de la Vega. Es el instinto de
un espectador que sabe que lo que está viendo se va a esfumar con un simple
soplo. Ese instante inabarcable, vaporoso y sutil hace de cada imagen la
sensación de poseer algo que va a desvanecerse para siempre. Tan volátil como
un aroma, tan sutil como el vuelo de una mariposa, tan efímero como la
floración primaveral. Qué contradicción resulta todo. Por un lado lo
perecedero, lo efímero, lo volátil; y por el otro, lo permanente y eterno, lo
repetitivo en forma de bucles cíclicos, lo imponente; contrastes todos ellos en
continuo equilibrio natural.
(Resumen
del texto introductorio de Virginia de la Cruz Lichet para el libro “Memorandum
natura”)
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