Del 30 de abril al 29 de junio
Sala Municipal de Exposiciones San Benito
C/ San Benito, s/n
Valladolid
De martes a domingo y festivos, de 12.00 a 14.00 h. y de 18.30 a 21.30 h.
La Sala San Benito de Valladolid acoge la exposición fotográfica
"Brassaï en América, 1957", del 30 de abril al 29 de junio próximos. La
muestra, que consta de 57 fotos vintage en blanco y negro y 50 fotos en color, está comisariada por Agnès de Gouvion Saint Cyr y
ha sido organizada por diChroma photography con la colaboración del
Estate Brassaï. El origen de esta exposición es un viaje que realizó el
fotógrafo francés a Estados Unidos en 1957, invitado por la revista
Holiday para fotografiar Nueva York y Nueva Orleans. El resultado es un
reportaje con imágenes inéditas en el autor, sobre todo por salirse de
su ambiente habitual de París y por el medio centenar de fotografías en
color que incluye. Brassï cambió de ritmo y pasó de la horizontalidad
parisina a la verticalidad y la velocidad de Nueva York. Este proyecto
es, asimismo, el resultado del éxito de su exposición neoyorquina sobre
los «grafiti» parisinos, que cambió la relación del artista con Estados
Unidos. Con posterioridad, su talento sería reconocido en 1968 con una
amplia retrospectiva en el MoMA. Acompaña a la exposición el libro del
mismo título editado por Flammarion.
¿Brassaï? Todo el mundo en seguida asocia a este inmenso fotógrafo ―que
aunque de origen húngaro se hizo tan parisino― las imágenes de un París
clandestino, que retrató en los años treinta. Amigo de los
surrealistas, cercano a Picasso, dibujante, escultor, escritor, inventor
volcánico y multifacético, Brassaï simboliza el espíritu mismo de una
fotografía inimitable de la cual es, junto a André Kertéz y a Henri
Cartier-Bresson, el más ilustre representante. Supone por lo tanto un
auténtico acontecimiento poder descubrir por primera vez en España, más
de treinta años después de su desaparición, parte de su obra fotográfica
hasta ahora ignorada, realizada en 1957 en América, y en su mayoría en
color, algo inédito en alguien como él, únicamente conocido por su
trabajo en blanco y negro.
Ante la insistencia de Julien Lévy para que presente en su galería
neoyorquina seis “nocturnos”, es decir, seis muestras de su Paris de Nuit,
en marzo de 1932 Brassaï acepta precipitadamente sin llegar a explicar
que no va a tener tiempo para realizar el positivado. De hecho, aún
inseguro de la calidad de su creación fotográfica y desalentado por la
sombría descripción que el escritor Henry Miller ―su más íntimo amigo en
ese momento― le hace de Nueva York, Brassaï acaba abandonando la
propuesta y asumiendo un fracaso que, como dijo él mismo más adelante,
le haría perder treinta años de su carrera artística.
En efecto, aunque Carmel Snow ―que acaba de hacerse cargo de la
dirección artística de la prestigiosa revista de moda Harper's Bazaar, con el apoyo del genial Alexey Brodovitch― le propone un contrato en 1936, Brassaï no visitará Estados Unidos hasta 1957.
Mientras tanto, se va ganando la fidelidad y complicidad de varias
personas muy influyentes en el mundo artístico, como Carmel Snow ―que,
durante más de treinta años, reserva dos páginas mensuales a las
creaciones de Brassaï, aceptando además las condiciones de este de no
realizar nunca fotografías de moda― o Edward Steichen y John Szarkowski,
con los cuales traba una larga amistad que conduce a estos galeristas a
presentar dos grandes exposiciones de Brassaï en su institución, el
Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA): una exposición en 1956 sobre
los grafiti y, en especial, una retrospectiva en 1968.
Tras la triunfal acogida, por parte del público y de la crítica
estadounidenses, de sus «grafiti», Brassaï se siente por fin animado a
cruzar el Atlántico. Así, cuando la lujosa revista Holiday le
ofrece una invitación de varios meses para que fotografíe libremente lo
que le interese en Nueva York y en Luisiana, Brassaï acepta con
entusiasmo y con una punta de inquietud.
La exposición que ahora nos propone la sala San Benito de Valladolid,
acompañada de una publicación internacional de la editorial Flammarion,
nos muestra pues el trabajo hasta ahora prácticamente inédito efectuado
por Brassaï durante esta visita y que reúne varias peculiaridades. En
efecto, desde un punto de vista técnico, el artista va a experimentar el
uso del pequeño formato, trabajando inmerso en la muchedumbre,
especialmente en Nueva York, para retratar con sus instantáneas su
intensa vida urbana; se decanta por el trabajo diurno, fijando un plano
antes de volverse para seguir a los transeúntes, construyendo así
secuencias muy cinematográficas; de hecho, estas fotografías se sitúan
en el polo opuesto de sus imágenes de Paris de Nuit, donde
acostumbraba a fijar largamente la escena, encarando a los protagonistas
y haciéndoles a veces escenificar. Por otro lado, esta visita supuso
para él la oportunidad de acercarse al color, en el tratamiento de
elementos particulares: los muros empapelados de carteles, las señales y
neones nocturnos, las ferias populares, pero también los variopintos
atuendos de los años cincuenta, ya míticos. No cabe duda de que esta
experiencia americana supuso para Brassaï la oportunidad de mirar la
ciudad de forma diferente, sin traicionar por ello la sensualidad de su
mirada, siempre fascinada por la presencia de las mujeres, como tampoco
su poesía de tintes a menudo surrealistas.
Agnès de Gouvion Saint Cyr
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