Galería
Espaciofoto, del 4 de junio al 31 de julio
C/ Viriato, 53, Madrid
"Fotografías en un cierto Espacio" es una exposición
fotográfica en la cual, del 4 de junio al 31 de julio, se exhiben una treintena
de fotografías de Eduardo Momeñe, obtenidas en estudio entre 1978 y 2014. Una
selección de imágenes en blanco y negro
que propone un recorrido por la trayectoria fotográfica de más de tres décadas
en estudio del autor. Fotografías tomadas a lo largo de unos años de gran vitalidad
cultural en la ciudad de Madrid. La muestra se inscribe en el Festival Off de
PHotoEspaña 2014.
Retratos, figuras y
escenificaciones de un universo fotográfico conformado a través de los años en
un mismo y mínimo espacio. Un viaje sin desplazamientos en el que el autor
juega, a la manera de los grandes pintores del pasado, con las limitaciones de
un espacio escogido y la forma de proyectar la luz para descubrir/desvelar la
psicología de sus personajes.
Paralelamente a
la muestra se expondrán varios vídeos
como complemento visual y conceptual a las fotografías.
Fotografías en un cierto espacio
Se trata del espacio construido
por la cámara. Lo denomino espacio fotográfico, también escenario visual; me es
cómodo para diferenciarlo de la idea de lugar, del lugar donde ocurren los
hechos. En el caso que nos ocupa, son fotografías construidas en un estudio, un
lugar apenas visible, difícilmente localizable en el mapa, carece de puntos de
referencia, un suelo informe sobre el que apoyarse, un lugar en letargo,
neutro, sin identidad, nada en él ocurre si no hacemos que algo ocurra; es algo
así como un no-lugar donde se construyen espacios fotográficos que después se
registran para obtener imágenes
fotográficas. Son espacios que se fabrican con la mirada, es necesaria
una cámara para compartirlos, para transmitir la experiencia, una experiencia
estética, en principio.
Durante más de tres
décadas he estado sumergido en este lugar productor de fotografías "de
estudio". Aún vivo el placer de
aislarme del ruido del mundo; en algunos momentos, sin embargo, he salido de él
para buscar otros espacios, para fotografiar el mundo desde otro lugar.
En este tiempo -es mucho-, la
cámara ha estado situada en el mismo suelo, todo ha ocurrido en los mismos cuatro metros cuadrados. Es como
la máquina del tiempo de Wells que, gracias a que el tiempo existe, ha
recorrido cientos de mundos sin desplazarse un milímetro. Es el mundo el que se
mueve, no la cámara en su trípode. Aún no me he cansado de viajar por este
mundo sin geografía, es un viaje fotográfico, ciertamente interior.
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