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domingo, 17 de agosto de 2014

RAFAEL SANZ LOBATO. Pasión y oficio por la fotografía

8 de Mayo a 5 de Julio del 2014
Centro de Arte Alcobendas
C/Mariano Sebastián Izuel 19
Alcobendas - Madrid 


Es una pasión que surgió a los 15 años, durante sus veranos en Sevilla, donde pasaba horas contemplando los rostros y los paisajes de las fotografías antiguas de su familia, y de sus paseos a hacer recados, en los que veía a la gente de la calle que le llamaba mucho la atención, niños desarrapados o gente vestida de forma estrafalaria, imágenes que se le quedaron en la cabeza y que le hicieron desear tener una cámara. Pero por mucho que insistió a su madre, su deseo no se cumplió hasta los 22 años, momento en el que se compró una Braun Paxette alemana con un objetivo fijo de 50 mm, por 1.250 pesetas de la época, un dinero que consiguió ahorrando todos los meses, desde que empezó a trabajar, una parte del sueldo que ganaba.

Una pasión que no hubo desaparecido con el paso del tiempo, y que pudo desarrollar con mayor libertad cuando se compró su primer SEAT 600, allá por el año 1962, lo que le permitía salir de Madrid a recorrer los pueblos de España, desde Galicia a Almería, de Extremadura a Castilla: cualquier sitio valía para llevar a cabo lo que él mismo llamaba “documentalismo de fin semana”. En estos pueblos encontraba gente amable y que no se enfadaba porque le hicieran una foto: eran lugares donde pasaban cosas continuamente, una mina para su trabajo antropológico.

Precursor del documentalismo, ha sabido reflejar, como nadie, el carácter y la diversidad cultural de nuestro país, con trabajos tan reconocidos como A Rapa das Bestas (Pontevedra), Bercianos de Aliste (Zamora), la Caballada de Atienza (Guadalajara) o Auto Sacramental de Camuñas (Toledo), reportajes recogidos por otros fotógrafos como Cristóbal Hara o Cristina García Rodero, quienes le consideran su maestro.

Y oficio, porque su dedicación, desde sus inicios hasta hoy, ha sido plena, y en todos los ámbitos. Al poco tiempo de empezar, y en la misma tienda donde se compró su primera cámara, preguntó al encargado qué hacía falta para revelar y, así, sin más, aprendió a revelar él solo, algo que ha continuado haciendo hasta que el deterioro visual no se lo ha permitido. La fama de maestro en el cuarto oscuro le ha precedido siempre, y nunca ha intentado guardar estos conocimientos para sí mismo; al contrario, no tiene ningún inconveniente en trasmitirlos, llegando incluso a indicar, en algunas de las tiendas de fotografía más reconocidas de Madrid, que podían facilitar su contacto si algún fotógrafo aparecía desesperado con problemas técnicos a la hora de tratar las imágenes. En palabras del propio Sanz Lobato, “incluso perdiendo la vista hago mejores copias que hace 15 años, porque es una cuestión de oficio”.

Es un defensor férreo del blanco y negro, con el que obtiene un color especial y una de las tonalidades más extraordinarias que ha dado la fotografía, algo que podremos comprobar personalmente en esta muestra, en la que repasamos la trayectoria en sesenta imágenes de los trabajos documentales, bodegones y retratos de este Premio Nacional de Fotografía.

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